En cada flor bordada por mujeres artesanas de Nachig, Zinacantán, está plasmada la tradición y cultura de su pueblo, misma que ha evolucionado a través de los años y sigue en constante cambio.
Ningún diseño es igual a otro, ya que el proceso artesanal requiere de un trabajo muy valioso y delicado para que el telar y los bordados sean de calidad y representativos.
«Hacemos artesanía porque es una tradición que queremos enseñarle al mundo.»